Espolón Norte al Chamizo. IV E1. Escalada Clásica en Villanueva del Rosario (Málaga).
Volvemos a las andadas con nuestra segunda vía de escalada clásica después de la vía «El Frenazo» en Peña Negra,...
Nunca tuviste miedo de dar el paso, siempre fuiste el primero, mi auténtico guía.
¡Vamos por el segundo día de la Travesía!. Esa mañana amanece bastante fresquita, pues una masa nubosa seguía cubriendo la cumbre de la Maroma. El viento amaino un poco, pero ya las primeras luces del día se iban dejando ver.
Serian las ocho de la mañana mas o menos cuando ya el grupo empezó a despertarse. Había bastante humedad en el ambiente y poca visibilidad. Las ganas de salir del saco eran pocas, pero poco a poco nos fuimos quitando la pereza y preparando algo para desayunar.
Comienzan a llegar las primeras personas al monolito de la Maroma, gente madrugadora que practica trail-running (correr por la montaña) vienen bastante frescos así que su visita es breve.
Encendimos los hornillos y nos calentamos un poco de agua para el café. Recargamos energías con unos buenos bocadillos de jamón y fuimos recogiendo las cosas para ir partiendo. El día que estaba por llegar iba a ser el más duro de todos, la idea era partir desde la Maroma y llegar hasta el puerto de Frigiliana. La empresa era difícil pero nos dispusimos a intentarlo, a una de malas, nuestro plan B era dormir en la caseta de la cantera en el Puerto de Competa.
Puestos ya en marcha, nos espera una parte del recorrido muy bonita, que se se extiende sobre la cuerda que va desde la Maroma, pasa por la Tacita de Plata continua por las LLanadas de Sedella para terminar en el Puerto de la Orza.
Estas zonas que recorremos son de una belleza indescriptible, un terreno inhóspito y poco transitado que nos recibe mostrándonos a cada lado que miramos unas vistas impresionantes.
Una vez en el puerto de la Orza, cogemos un poco de energías, aunque el recorrido que habíamos realizado no tenia mucho desnivel si que tenia muchos Kilómetros y las mochilas seguían llenas (aunque algo menos ya que nos repartimos algo de peso entre los compañeros). Yo me encontraba mucho mejor que el día anterior, todos mis fantasmas de no poder realizar la travesía ya no estaban. Estaba disfrutando muchísimo, pero sabía que la guinda del pastel estaba aún por llegar.
El siguiente punto que pisamos es el Puerto de Competa, lugar importante durante la travesía ya que aquí se encuentra la primera fuente que nos encontramos con algo de agua. El caudal de agua que trae es escaso, pero lo suficiente para poder rellenar algo los depósitos. Aprovechamos también aquí para una pequeña parada, será prácticamente la ultima antes de iniciar el ascenso al famoso Raspón de los Moriscos o Cerro del Lucero.
El tiempo se nos iba viniendo encima, iniciamos la subida al Lucero a eso de las 5 de la tarde, no nos tomo mucho tiempo llegar al Coladero de los Mosquitos, tras el, una implacable subida que llega hasta la cima, un sin fin de zigs zags que te dejan justo en un promontorio, lugar donde estaba instalada una antigua caseta de la guardia civil, desde donde se podía divisar toda la Sierra en busca de los Maquis y contrabandistas.
No nos podemos entretener mucho aquí, pues aún queda una de las partes más delicadas de toda la travesía, el descenso por la cara sureste. Un empinando laberinto de piedras sueltas y bloques en los que hay que gastar mucho cuidado de no resbalarse. El camino no es tan evidente, la misma lógica y el cuidado que gastamos bajando nos hacen ir poco a poco descendiendo. Algunos hitos y postes de separación de términos hacen de guía, aunque están bastante dispersos.
La noche se nos viene cayendo, y por suerte ya prácticamente estamos en la parte final de la bajada, el terreno es bastante abrupto y carece de senda. Se hace muy duro después de llevar tantos kilómetros y horas caminando. Sacamos frontales y por fin llegamos a un punto donde se encuentra una senda que nos llevará al Puerto de Frigiliana. Estamos felices, hemos pasado uno de los trámites más duros y peligrosos de toda la travesía.
Casi exhaustos, tratamos de buscar un lugar donde vivaquear, el plan era hacerlo en el mismo mirador del puerto de Frigiliana pero hacia algo de viento, así que tratamos de buscar un lugar mas cubierto. Álvaro, experto ya en este tipo de aventuras, rápidamente encontró un buen refugio debajo de unos pinos en el mismo carril que sube hacia la Cadena.
Montamos «campamento», hacemos un circulo con las esterillas y en medio situamos los hornillos. Esta sensación de hermandad con tus compañeros en un lugar así es una experiencia que queda para uno siempre guardada. Nos damos un buen festín, el trabajo ya estaba hecho y nos lo habíamos merecido.
La noche transcurrió con relativa calma, nunca se duerme del todo agusto, pero al menos esta vez no estuvo nuestro amigo el Zorro merodeando. Ya habíamos aprendido la lección y teníamos todas las cosas guardas para que no pudiera hurgar.
Repuestas las pilas y con la motivación a tope nos levantamos dispuestos a afrontar el tercer y último día de la travesía!
Pero para este tercer día, el relato os lo a dejo a cargo de mi compañero y amigo Jose, valiente y joven gran montañero.
Comentarios
1 ComentariosJuanma Moreno
Abr 9, 2021Aventura con mayúsculas la que habéis vivido. Aunque he estado en algunas cimas de las citadas, y no siendo un gran conocer de la zona, no me cabe duda que la dureza ha formado parte de vuestro viaje. Daros la enhorabuena por ello y mil gracias por contarlo de forma amena y emocionante, sin duda me habéis hecho sentir.